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El miedo a la factura: España duplica la media europea de personas que no pueden mantener su hogar caliente
26/01/2023

•    Un 14,2% de los españoles -casi siete millones- declara no poder mantener su hogar con una temperatura adecuada
    •    Los hogares con solo un adulto y niños a su cargo y los de personas que viven solas están especialmente en riesgo

RTVe
LUCÍA MONTILLA


En el último año, se ha hablado mucho sobre el precio de la luz, el del gas y también sobre la reducción en el consumo energético. Y cuando se habla de energía, no podemos obviar el problema de la pobreza energética, puesto que esta es, cada vez más, una realidad palpable en muchos hogares españoles. Ahora que el verdadero invierno ha llegado, son muchas las personas que no pueden permitirse mantener sus hogares calientes para sobrellevar estos tiempos de frío, viento e incluso nieve.
La pobreza energética oculta -el indicador que mide el infragasto de energía de los hogares con rentas bajas- es una realidad que afecta a muchas familias e impacta en su día a día: desde no poner la calefacción o reducir el uso de electrodomésticos como la lavadora, el horno o el lavavajillas a no poder hacer frente a las facturas de luz y de gas.
No pasar frío en casa se ha convertido en un lujo para muchas personas y, según José Carlos Romero, coordinador de la Cátedra de Energía y Pobreza de la Universidad Pontificia Comillas (UPC), cada vez hay más hogares que renuncian a consumir la energía necesaria para una vida digna por el “miedo a la factura”.
Se duplica la población que no puede mantener su hogar caliente
El aumento de precios de energía que comenzó en verano de 2021 ha hecho mella en los hogares españoles y el miedo a gastar energía ha crecido significativamente.
El 14,2% de la población española, casi siete millones de personas, no pudo permitirse mantener una temperatura adecuada en su hogar en 2021. De acuerdo con los datos de la Oficina Europea de Estadística (Eurostat), desde 2019 la cantidad de personas que se declara en esta situación se ha duplicado hasta alcanzar a finales de 2021 su dato máximo registrado desde 2004 y muy por encima de la cifra alcanzada durante la crisis inmobiliaria.
“Se pasa más frío en Valencia que en Soria porque las viviendas están menos preparadas”, afirma Sergio Tirado, investigador Ramón y Cajal del departamento de Geografía de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM). “Esto es paradójico, pero pasa en otros países también. Tiene que ver con la mala calidad de la edificación, que no está preparada para el frío, y con el hecho de que no tienen sistemas de calefacción centralizados”, puntualiza.
Cecilia Foronda, directora del área Energía y Personas en ECODES, reitera otro factor clave en el incremento de personas en situación de pobreza energética oculta: el “miedo a la factura”, que hace que las familias contengan sus gastos a pesar de no mantener el hogar a la temperatura adecuada.
“Más de la mitad de nuestras viviendas fueron construidas con criterios de aislamiento térmico y son estas viviendas más eficientes las habitadas por las personas con bajos recursos económicos” que, ante la subida en el precio de la luz y del gas, deciden aguantar el temporal y “no ponen la calefacción ni el aire acondicionado”, argumenta la experta en Energía y Personas.
Por su parte, Roberto Barrella, añade que el incremento en 2021 pudo estar impulsado, además de por el infragasto en los hogares de renta más baja, por los ecos de Filomena. “El frío extremo que se instaló en la Península a principios de enero a buen seguro grabó en nuestro subconsciente cuán frágiles son nuestras viviendas a eventos de esta naturaleza”, argumenta el investigador de la Cátedra de Energía y Pobreza en la UPC.
Mantener nuestro hogar a una temperatura adecuada no debería ser un privilegio. En esta línea, Eurostat lo considera uno de los 13 indicadores clave para determinar si una persona está en riesgo de pobreza o situación de exclusión social -actualmente casi un 28% de los españoles se encuentra en esta situación- y es uno de los cuatro indicadores que utiliza la Estrategia Nacional contra la Pobreza Energética del Ministerio de Transición Ecológica.
España es el sexto país de la Unión Europea en el que más personas afirman no poder mantener una temperatura adecuada en su hogar. Barrella insiste en la necesidad de “invertir mucho y acompañar a los hogares en este proceso de rehabilitación energética del parque de viviendas, empezando con los que más sufren estas ineficiencias, es decir, los hogares de renta baja”.
La tendencia suele ser mayor en los países mediterráneos y en Europa central y del este. Sergio Tirado apunta a factores estructurales que aumentan la incidencia en España: “España es el cuarto país con más incidencia de pobreza de la Unión Europea y los precios de la energía tradicionalmente han sido muy altos, sobre todo los de la electricidad, en comparación con otros países de la Unión Europea. Es solo con la excepción ibérica que este año ha ocurrido lo contrario: los precios de la electricidad en España son sustancialmente más bajos que los precios en el conjunto de la UE”.
Según los datos que recoge Eurostat, los españoles destinamos casi una cuarta parte (24,1%) de nuestros ingresos a los gastos del hogar. De esos gastos, un 3,6% están dedicados únicamente a electricidad, gas y otros combustibles utilizados en la vivienda. Es un porcentaje que no se ha movido significativamente en los últimos años, a pesar de la subida de los precios. De acuerdo con Sergio Tirado, esto se explica porque, ante un aumento en el precio de la energía, “los hogares se defienden reduciendo el consumo de energía”.
Otro factor a tener en cuenta es que las subidas en el precio de la electricidad y del gas empezaron a mediados de 2021 y alcanzaron su pico en diciembre. “Esto hace que su impacto en la encuesta [de ese año] sea mucho más moderado”, explica Barrella.
Los hogares con solo un adulto y niños a su cargo, más en riesgo
No poder mantener la temperatura del hogar en condiciones óptimas cuando hace frío es un problema más frecuente en hogares compuestos por una persona adulta con niños a su cargo (25,1%) u hogares donde solo vive un adulto (19,5%). En el otro extremo están los hogares donde conviven dos adultos con dos niños, para los que la situación es tres veces inferior.
Esto se explica, a que este tipo de hogares -monoparentales y unipersonales- tienen “una sola renta (muchas veces baja) para hacer cargo a todos los gastos” y “un consumo energético per cápita mayor que una familia con más adultos”, explica Roberto Barrella, investigador de la Cátedra de Energía y Pobreza en la UPC.
En la misma línea, Sergio Tirado hace hincapié en que, “en el 90% de los casos” son hogares monomarentales: uno de los grupos sociales más vulnerables con la pobreza energética porque “tienen peores condiciones laborales, sueldos más bajos y es más probable que tengan una jornada parcial, especialmente si tienen niños a su cargo”.
“La demanda energética es mayor cuando hay niños en casa porque los picos de precios se producen en torno a las siete u ocho de la tarde y no pueden trasladar sus demandas de electricidad fácilmente a otros momentos del día”. Y “vivir solo es más caro en general por las economías de escala en el consumo doméstico” porque, al no compartir gastos, el coste per cápita es mayor, añade el experto de la UAM.
¿Cómo reducir el problema de la pobreza energética en España?
La crisis energética de 2021 marcó un punto de inflexión en la economía de los hogares españoles y, aunque el precio del gas bajó en 2022 por el mecanismo ibérico, el precio de la luz se disparó en junio de 2021 y, un año después, ya había duplicado su precio.

Barrella hace hincapié en las medidas que el gobierno implantó para intentar paliar esta situación, “como la reducción del IVA, del impuesto de electricidad o de cargos y peajes en la factura eléctrica”. Es más, el experto asegura que, si estas medidas no se hubieran llevado a cabo, “el indicador de pobreza energética oculta severa en 2021 habría alcanzado el 11,65%, un 1,3% más, lo que equivale a casi 200.000 hogares adicionales”.
Al final, resume José Carlos Romero, coordinador de la Cátedra de Energía y Pobreza de la UPC, no se trata de un problema de consumo energético, sino de renta. El experto afirma que las medidas para atajar el problema de la pobreza energética ya están sobre la mesa: “Bonos eléctricos y térmicos que disminuyan las facturas y prohibición de cortes de suministro a colectivos vulnerables”.
Para Cecilia Foronda, directora del área Energía y Personas en ECODES, para hacer frente a este problema social, “es fundamental la rehabilitación energética de las viviendas” y “dedicar más dinero a la información, acompañamiento y automatización para que medidas como el bono social lleguen a las personas que pueden tenerlo”.
El bono tiene en cuenta la vulnerabilidad de las familias y rebaja los umbrales de renta para acceder a la energía, pero la experta lamenta que, hoy en día, “el 50% de las familias que podrían beneficiarse del bono social no lo disfrutan porque lo desconocen o la tramitación es una carrera de obstáculos”.
“Todas las medidas que se introdujeron en los ‘RDL energéticos’ en el último año van en la buena dirección, pero hace falta retomar la ‘Estrategia Nacional contra la pobreza energética’ para volver a abordar esta lacra”, puntualiza Roberto Barrella.
Los expertos centran la mirada en una actuación integral a medio-largo plazo para abordar la situación de necesidad que viven el 14,2% de los hogares españoles.
(el artículo original contiene gráficos)


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