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Una Europa sin agua y con estrés térmico
24/04/2023

Así son los dos principales efectos del cambio climático que están azotando al continente

Ana Cabirta
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El cambio climático ha tenido un impacto significativo en Europa, y uno de los efectos más evidentes es la creciente sequía que afecta a la región. A medida que el calentamiento global continúa provocando alteraciones en los patrones climáticos, las altas temperaturas y la falta de precipitaciones están provocando una disminución del agua disponible, lo que tiene graves consecuencias en la calidad de vida de los europeos y en la agricultura, como se puede comprobar en áreas de España y algunas regiones de Francia. De hecho, mientras que en nuestro país se vive el abril más seco de la historia, nuestros vecinos franceses han registrado el invierno más seco en sesenta años.

La disminución de las precipitaciones es uno de los impactos más notorios del cambio climático en Europa. En las últimas décadas, muchas áreas del continente han experimentado una disminución en la cantidad y frecuencia de las lluvias. Esto ha llevado a un déficit hídrico en muchas zonas, lo que ha provocado una mayor sequía en Europa. Además, el aumento de las temperaturas también ha provocado un aumento en la evaporación, lo que ha agravado aún más el problema de la escasez de agua.
Doñana, Sainte-Soline y agricultores sin recursos
Una de las batallas medioambientales que está atrayendo los ojos de toda Europa es el Parque Nacional de Doñana, situado en el corazón de Andalucía y cuya extensión se expande por Huelva, Sevilla y Cádiz. La reserva natural, que es considerada de especial importancia para la Unión Europea al albergar especies únicas de flora y fauna europea y africana, ha sufrido los efectos del cambio climático en los últimos años. Doñana es conocido por su gran valor ecológico y su diversidad biológica, pero la sequía ha tenido un impacto significativo en la reserva.

Los humedales, que son un hábitat crítico para muchas especies de aves y otros animales, se han secado debido a la disminución de las precipitaciones y el aumento de las temperaturas, y a las extracciones desmesuradas de agua subterránea destinadas a los cultivos extensivos de la zona. Ha tenido que intervenir la Comisión Europea para recordar que la nueva proposición de ley del Gobierno andaluz destinada a recalificar unas 750 hectáreas y que podría desembocar la legalización los pozos ilegales situados dentro de las zonas de regadíos cercanas a Doñana es una propuesta que "podría contravenir la legislación medioambiental comunitaria".

De igual forma, Francia ha enfrentado problemas similares en su sector agrícola debido a la sequía causada por el cambio climático. El país ha experimentado una disminución de las precipitaciones en algunas de sus regiones agrícolas clave, lo que ha llevado a la pérdida de cultivos y a la disminución de la producción agrícola. Los agricultores han enfrentado dificultades para regar sus cultivos debido a la falta de agua, lo que ha llevado a la disminución de la calidad y la cantidad de los productos agrícolas, así como a la pérdida de ingresos y empleos en el sector.

Es más, en el país vecino, ya convulsionado por la última reforma de las pensiones aprobada por Emmanuel Macron, ha estallado una nueva polémica en torno los embalses agrícolas, que almacenan el agua extraída de las capas freáticas superficiales durante la estación lluviosa y la conservan al aire libre para fines de irrigación. Los que abogan por aprovechar este modelo, lo consideran indispensable en caso de sequía, mientras que ecologistas y detractores lo ven como una vía para que la agroindustria "acapare" el agua, en detrimento de los pequeños productores y de la lucha contra el cambio climático.
El proyecto, que cuenta con respaldo estatal, incluye la construcción de 16 embalses de ese tipo, con una capacidad de retención de 6 millones de metros cúbicos, principalmente en la zona de Deux Sèvres, donde se encuentra Sainte-Soline (zona donde se han localizado las protestas por este tema).

La otra cara de la misma moneda es la que refleja que la sequía y la falta de agua han tenido un impacto significativo en los sistemas de regadío en Europa. Muchos agricultores dependen del riego para mantener sus cultivos, pero la falta de agua ha provocado problemas en los sistemas de suministro de agua y ha aumentado los costes de producción. Además, la sequía también ha llevado a la sobreexplotación de los acuíferos europeos, lo que ha provocado la disminución de los niveles de agua subterránea y la degradación de los suelos agrícolas.
El estrés térmico, un problema de salud pública
Por si fuera poco, el aumento de las temperaturas durante los veranos europeos ha llevado a un aumento en el estrés térmico en la población, especialmente en las áreas urbanas. Las olas de calor se han vuelto más frecuentes y más intensas, lo que ha llevado a un aumento en las enfermedades relacionadas con el calor, como golpes de calor, deshidratación, problemas respiratorios y cardiovasculares, y agravamiento de condiciones de salud preexistentes. Los grupos más vulnerables, como los ancianos, los niños, las personas con enfermedades crónicas y los trabajadores al aire libre, son los más afectados por este hecho.
Las zonas de Europa que experimentan mayores problemas de sequía y estrés térmico varían según la región. En el sur de Europa, países como España, Portugal e Italia han enfrentado sequías recurrentes y altas temperaturas, lo que ha llevado a la disminución del agua disponible y a un aumento en los incendios forestales. El sureste de Europa también ha enfrentado problemas similares, con países como Grecia y Chipre experimentando sequías persistentes y temperaturas desorbitadas, que han afectado la agricultura y la disponibilidad de agua para la población.

Poniendo el foco sobre el estrés térmico, las áreas urbanas densamente pobladas, como ciudades en el sur de Europa y Europa Central, son especialmente vulnerables debido al efecto de isla de calor urbano. Este fenómeno, ha llevado a que las áreas urbanas retengan el calor y se vuelven más cálidas que las áreas rurales circundantes.
En conclusión, el cambio climático está provocando una creciente sequía en Europa, con menos lluvia y altas temperaturas que afectan la calidad de vida de los europeos y la agricultura en la región. Zonas como el sur de Europa y el sureste de Europa son especialmente afectadas por la falta de agua y el estrés térmico, mientras que las áreas urbanas densamente pobladas también enfrentan desafíos debido al efecto de isla de calor urbano. Es necesario implementar medidas de mitigación y adaptación más fuertes para abordar los desafíos del cambio climático en Europa y proteger los recursos naturales y la calidad de vida de los europeos. La acción climática a nivel local, regional y global es esencial para enfrentar los desafíos del cambio climático y asegurar un futuro sostenible para Europa y el mundo.


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